Hace algunas semanas decidimos hacer una escapada rural, para desconectar un poco y mimarnos. Así que decidí mirar en mi mapa de excursiones de googlemaps (que es donde voy guardando los sitios que quiero visitar), busqué dónde tenía más concentración de puntos y reservé un hotelito muy mono con bañera hidromasaje (como he dicho, queriamos mimarnos).
Así que hicimos la mochila, cogimos a Gizmo (nuestro querido peludo) y pusimos rumbo a las montañas. ¿Qué decir? Que maravilla, qué relax, que aire más puro, qué vistas, que tranquilidad, qué poca gente...
Esta excurisón de fin de semana me ha hecho recordar algo que tenía casi olvidado: mi deseo de vivir en el campo (deseo que por suerte comparto con mi pareja). Y, hayándonos en un pueblecito en lo más alto del más alto acantilado, le pregunté:
¿Sería posible venirnos a vivir aquí?